Vale, no tiene mirada de almíbar
precisamente. Parece más bien el guardián
de las golosinas, pero no, es el que las
hace. José Angel Quiroga es un madrileño
de la quinta del 66 que entró en los
fogones por el lado más dulce. Lo primero
fue aplicarse en el estudio y pasó por la
Escuela Superior Madrileña de Pastelería
de Santa María de la Cabeza.
Después trasladó los conocimientos a la
práctica en su propio negocio.Un día la cosa
se torció por cuestiones de esas que no
vienen al caso en estas ocasiones.
Y con determinación decidió
dar un giro radical. Se marchó
a Segovia y allí a tener a su cargo hasta
tres pastelerías con doce trabajadores.
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